¿Perdió su GPS?
En la vida, uno siempre tiene un GPS virtual que va marcando el rumbo en
cualquier ámbito: físico, emocional y espiritual. Esto ocurre en todos los
seres vivos según sea su ámbito. Para ir siempre en dirección Norte, este GPS
debe estar funcionando a plenitud, pero puede suceder que en algún momento se
desequilibre, está a la deriva y se
pierde el rumbo. Dependiendo de la calidad y sofisticación de ese “aparato” se
puede rectificar y regresar a la ruta planeada.
Así es el ambiente de los trotamundos, si no que lo digan los miles de
viajeros famosos que se han aventurado a salir contra todo pronóstico.
Recientemente la prensa española reseñó un caso muy peculiar. Lo recogió en
una nota publicada en el diario La Verdad, el periodista Miguel
Ángel Ruiz, especializado en medio ambiente. Ahí uno se da cuenta de que nadie
es perfecto, aunque sea un ave. Es la historia de un mochuelo o autillo (un ave rapaz nocturna y migradora, parecida a un búho pero de
apenas 20 centímetros de tamaño) que debía llegar al desierto de Sahara
huyendo del frío y apareció él solito en la ciudad noruega de Tromsø, muy por encima del Círculo Polar
Ártico. Al parecer colocó mal las coordenadas o no las cambió cuando hizo su
viaje el año anterior, pues en vez de ir al Sur a resguardarse del frío aterrizó en el gélido Polo Norte.
Dice Ruiz en su nota : ”Como los demás de su especie (Otus scops) debería
de haber emprendido la migración
anual desde sus zonas de cría en el centro de Europa hasta el Sur
del desierto del Sáhara -vía
Italia o España- en cuanto empezaron a sentirse los primeros rigores del otoño.
Pero no se sabe por qué a este ejemplar se le cruzaron los cables y en vez de
enfilar hacia el Sur con sus colegas, tomó la vía directa hacia el norte y apareció en la ciudad noruega de Tromsø, muy
por encima del Círculo Polar Ártico. Un poco más y aterriza en pleno casquete
polar”.
Su inverso recorrido hubiese pasado desapercibido, pero los animales
también tienen sus ángeles de la guarda. Unos pequeños que jugaban en las
calles de la ciudad noruega lo encontraron a punto de ser la comida del día de
unos maliciosos cuervos, lo recogieron y se lo llevaron al ornitólogo Karl-Otto
Jacobsen, del Norwegian Institute for Nature Research. Éste lo cuidó y alimentó
y se planteó qué hacer con él. Allí no podía pasar el invierno porque los mochuelos son más friolentos que
un maracucho en Nueva York.
El científico noruego llamó a varios colegas españoles y al final contactó
con el biólogo murciano y experto en rapaces nocturnas Mario León y con el Centro de Recuperación de la Fauna
Silvestre El Valle,
dependiente de la Comunidad Autónoma de Murcia, que aceptaron hacerse cargo de
él.
Jacobsen y el instituto noruego costearon un pasaje de avión Oslo-Alicante para el ave, lo metieron en una
jaula especial para transporte aéreo de animales, con una pechuga de pollo y un
poco de agua por todo equipaje y mandaron al rapaz, por fin, de vuelta al
anhelado Sur –esta vez en un Boing 737-800-, como si se tratara de un turista
noruego, hasta el aeropuerto internacional de El Altet, donde lo recogió Mario
León y lo llevó al Centro de Recuperación de Murcia.
Y allí sigue, el mochuelo más suertudo del mundo. Escudriñando con esos
ojazos a sus cuidadores, preguntándose cómo ha llegado hasta Murcia, vía Tromsø, en un viaje de 4.200
kilómetros sin mover un ala. Y esperando a ser liberado en cuanto se recupere
para volver a perseguir insectos por la huerta de Murcia.
Aún no se sabe a ciencia cierta lo que ocurrió por eso cuando viaje, por
favor, verifique bien sus coordenadas. Con tantas noticias fuertes, una nota
optimista, devuelve un poco la alegría de la inocencia, muy propicia en estos días.
Fuente:
Diario La Verdad. Murcia. España