Por amor a Margarita
El ave emblemática de Nueva Esparta, la que fuera mascota
“Cotorrín” de la Serie del Caribe 2010, está en serio peligro de extinción. Hay
quien se dedica a robar pichones de la cotorra margariteña para venderlos a
precios de dólar libre. Ya ha sido declarada especie en extinción. Provita está al rescate desde 1989 y lanza un
SOS para conservar la cabeciamarilla
Las condiciones actuales del país no están permitiendo
que las familias venezolanas pasen sus vacaciones en el exterior como como
antes ocurría, por esa razón, los destinos internos se han visto muy demandados,
así sucede con Margarita, Coche y Cubagua, lugares preferidos por la mayoría.
Los estudiosos de la conducta ven en las crisis
momentos para crecer, evolucionar, para poner a funcionar las neuronas en busca
de una actividad que nos dé el sustento. Es entonces cuando aparecen las
soluciones insospechadas, las innovaciones.
Sin embargo, en este mundo de lo dual todo tiene su
yin y su yang, sus pros y sus contras, su luz y su sombra. Así como hay quien
invierte el dinero de su liquidación en comprarse un inflable-banana, una moto de agua y
usarlos para ofrecer diversión a los turistas en las playas, a Bs 200 por cada
paseo de dos o tres vueltas, hay quien se dedica a robar pichones de cotorra
margariteña (Amazona barbadensis), a sacarlos de sus nidos en los troncos
huecos de palosano o guayacán, en la península de Macanao, para venderlos a
precios de dólar libre. Así, esta margariteña ha sido declarada especie en
extinción y en 1990 ave regional del estado Nueva Esparta.
Como la mayoría de los visitantes a la isla son
familias, es bueno que sepan, sobre todo los niños, si llegan al otro lado de la isla, que hay una
organización llamada Provita que está haciendo una titánica labor para
conservar esta especie endémica de las costas e islas venezolanas. Fuera de
nuestras costas, sólo en Bonaire también se consigue la cotorra cabeciamarilla
y estiman una población de apenas 360 individuos. En Aruba ya no existen.
A fuerza de coraje y decisión, desde 1989, Provita, con
la colaboración de las autoridades nacionales, locales y regionales han logrado
levantar la población a 1.900 ejemplares (J. M. Briceño-Linares, datos no
publicados) de 700 que había al principio. 153 pichones han sido incorporados a
la vida silvestre a través de un programa de observación y seguimiento in-situ
(en el propio hábitat de la cotorra margariteña). El
Ministerio de Ambiente, la Guardia Nacional, Inparques y la Policía del
Municipio Península de Macanao, contribuyen con el decomiso y apoyan la
vigilancia que se realiza en la quebrada La Chica, principal sitio de
anidamiento.
Su estrategia se ha
volcado hacia la educación, es así como conforma un grupo de guardaparques que
vigila 24 horas las zonas de anidación, durante
los 6 meses de puestas. Así lograron incorporar efectivamente los 153 pichones en
estas últimas 3 temporadas reproductivas. Son jóvenes estudiantes sensibilizados, oriundos de la
península, que se han convertido en
guardianes, luego
de ser reclutados y entrenados para cooperar como parabiólogos.
Para la Lic. Marialejandra Faría, Coordinadora del programa BioInsula
de Provita, a pesar de los claros signos de
recuperación de la especie, las principales amenazas seguían existiendo. “En
una década y media dedicada a la realización de actividades de conservación en
la isla, no se había logrado controlar debidamente la caza furtiva”, dice.
-En este momento crucial, -asegura- decidimos atacar
el problema desde sus raíces. Ya que la caza furtiva tiene
orígenes tanto culturales como macro- y micro-económicas (y como consideramos
que las soluciones de carácter económico estaban fuera de nuestro alcance),
decidimos centrar nuestros esfuerzos en la educación. El objetivo fundamental
de cualquier estrategia de educación medioambiental debe consistir en cambiar
la actitud de la población local y sus percepciones y comportamientos en
relación con el tema de la conservación.
Así fue como crearon 18 brigadas escolares sumando
aproximadamente 400 niños que son voceros del mensaje de conservación y mantienen
viveros escolares de restauración ecológica de los bosques secos como hábitat
de las cotorras.
“La principal amenaza –advierten en Provita-que pesa desde
hace más de 20 años sobre las poblaciones de Ñángaros y cotorras es la captura
furtiva de pichones para el comercio de mascotas. En la Isla de Margarita, una
tradición local dicta que el regalo que más aprecio y respeto transmite hacia
el destinatario es un pichón de Ñángaro o cotorra”.
Mundo Hampton como promotor de la protección ambiental
desea crear conciencia sobre este caso, aprovechando la mayoritaria afluencia
de nuestros clientes en Margarita. Si vas a La Restinga o la playa Punta Arena
en Macanao, tal vez veas alguna cotorra y recuerdes ese SOS. Recoge los
desperdicios y deposítalos en los envases recolectores antes de abandonar la
playita, Madre Tierra te lo agradecerá. ¡Felices vacaciones!
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