Y no fue
sino hasta 25 años después que regresó.
¡El viaje se hizo laaargo! En esa época
no había aviones, ni trenes, ni autopistas, mucho menos trasatlánticos, sólo
barcos para atravesar ríos y mares, como el Mar Negro, el Mar Caspio o el Mar
de Aral en su travesía por la Ruta de la Seda, hacia China. También caballos y
carretas. Buenas posaderas eran muy necesarias para tan largas cabalgatas. Por
supuesto, pernoctaban en alojamientos para viajeros. Eso hacía dificultoso y
lento el camino. Padre, tío y sobrino visitaron
así Armenia, Persia y Afganistán hasta llegar al país de los mandarines donde, por
cierto, gobernaban los mongoles.
El joven
Marco Polo vivió en la corte del emperador Kublai Khan, presenció batallas de
elefantes, habló con astrólogos chinos y magos y lamas tibetanos, habitó en
palacios de reyes y tiendas de nómadas, participó en cacerías con tigres
amaestrados, fue embajador, gobernador y espía del emperador. Sus ojos vieron
razas y paisajes maravillosos, y su descripción asombraría al mundo
occidental.
En 1292, los Polo reciben el permiso de salir
del imperio mongol para regresar a su
país de origen. Una gran fortuna habían acumulado, parte de ella fue robada en
el camino por unos bandoleros en Anatolia. A pesar de estos contratiempos, en
1295 llegaron a Constantinopla y pudieron embarcar rumbo a Venecia. Veinticinco
años después de su partida, estaban de nuevo en su ciudad natal.
Marco Polo, que tenía 41 o 42 años a su vuelta a Venecia, regresó hecho
"un tártaro", con vestimentas y costumbres de aquellas tierras y aún
con el fuego de la aventura, se enredó en una lucha por añadidura. En ese tiempo, las ciudades-estados costeras se peleaban entre sí
por el control de las rutas comerciales. Venecia, Pisa y Génova vivían en
guerra. Al parecer, cuando en 1298 tomaba parte, como sopracomite al mando de
una galera, en el combate naval de Curzola, fue apresado por los genoveses. Así
fue a parar a una prisión por un año, donde conoció al escritor Rustichello de
Pisa, a quien narró su asombroso viaje al Lejano Oriente. El dictaba y
Rustichello escribía.
El libro se
tituló exactamente, según la tradición: “El libro de Marco Polo ciudadano de
Venecia”, donde se cuentan las maravillas del mundo. Con el tiempo fue llamado
también “Libro de las maravillas” o “Libro de las maravillas del mundo” y “Il
Milione” o “Milione” (Millón). Los contemporáneos de Marco pensaron que
exageraba y hasta hay quien dice hoy en día, que no vio esas cosas, sino que se
las contaron. En su momento se defendió diciendo: “No he escrito ni la mitad de
lo que vi”.
Sus paisanos
se maravillaron con las descripciones de las nuevas tierras, de sus largos
viajes a caballo por llanuras infinitas, pasando a vado los ríos, encontrando
gentes desconocidas aun para los mismos orientales, y conociendo animales hasta
entonces considerados como fabulosos. En cuanto a su actividad comercial da
cuenta sobre especias raras (como por ejemplo la pimienta y el jengibre) o
sobre el petróleo de Armenia, el carbón fósil del Catay y las piedras
preciosas.
El veneciano continuó como
comerciante y contrajo matrimonio con Donata Badoer, con la que tuvo tres
hijas. Falleció el 8 de enero de 1324 allí, en su testamento dejó una
considerable suma para misas y obras pías y liberó a un esclavo mongol llamado
Pietro. Como prueba de la veracidad de sus palabras, dejó ropa de cama con
bordados tártaros, un rosario budista, diversos brocados y exóticas joyas. Fue
su último viaje y su última aventura.
ADALGISA MADURO BAUTISTA
CNP 3352
Fuentes:
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