lunes, 1 de julio de 2013

Mont Saint Michael, entre el mar y la tierra


Mont Saint Michael
Francia también es un país rico en atractivos  turísticos. No sólo es París. Por donde vaya, de norte a sur, de este a oeste se encuentra un monumento, una montaña, un castillo, una obra de arte, un parque, un museo, en fin,  es un espectáculo para los sentidos y para el alma. Hay para todos los gustos y para todas las edades, aún para los más exigentes y difíciles de complacer. Lo único que no tiene –y en eso lo aventajamos- es una playa como El Yaque o Parguito, pero para los tropicales, hasta la luz mortecina del hemisferio Norte es una novedad digna de verse.
Así puede tropezarse con la novena maravilla de Occidente en la frontera de la Baja Normandía y Bretaña, dos regiones del centro-norte francés,  entre Caen y St. Maló en el litoral atlántico. Es decir, con el Mont Saint Michele, patrimonio de la humanidad y segundo lugar turístico más visitado del país galo después de París, con 3.200.000 habitantes cada año.
Se trata de un peñasco misterioso enclavado en la bahía del mismo nombre, donde, según cuentan,  el Arcángel San Miguel aplastó al demonio con su legión de ángeles. Allí ocurren, dos veces al día, las mareas más asombrosas y fuertes de Europa y ese lugar ha sido epicentro de los más disímiles acontecimientos históricos, míticos, religiosos y militares. Además de un muestrario de las distintas etapas del arte y la arquitectura de la Edad Media, desde el prerrománico, románico y gótico flamígero, amén de la voluntad férrea del ser humano por doblegar a la naturaleza.
Iglesia Mont Saint
            Es la única isla del planeta que, en determinados momentos, está rodeada de tierra, o mejor dicho, de arena y cieno, por todas partes. Tiene cerca de 960 metros de circunferencia y es de una superficie de aproximadamente 280 hectáreas, mientras que el peñasco se eleva a 92 metros de altitud. Durante siglos únicamente era accesible por vía terrestre en los momentos de marea baja, y por vía marítima cuando la marea era alta. Actualmente se puede acceder a la abadía en todo momento gracias a la carretera que se eleva de los arenales y lleva a los conductores a un amplio estacionamiento al pie de la roca.

Calle Mont Saint Michael
Nada más atravesar el portal, usted se da una idea más exacta de cómo era la vida en los centros urbanos dependientes de una abadía en la Edad Media. Al recorrer la única calle de la población, que asciende en espiral por una cuesta  muy empinada flanqueada por casas medievales hasta la iglesia, vivenciará lo que fue en su momento la fortaleza más inexpugnable de toda Francia, asiento de una congregación de benedictinos que levantó férreamente sobre la roca eso que hoy es considerado una maravilla de Occidente, y que sin embargo no impidió el crecimiento abigarrado de una ciudad alrededor de la abadía.

LAS MAREAS
Dos veces al día, las mareas de Mont Saint-Michel invaden la bahía. Inclusive, a las puertas de la ciudad hay carteles donde se informa las horas en que ocurren, según los meses. También hay una serie de precauciones que deben seguir los turistas estrictamente, como no adentrarse solos, pues hay sectores de arenas movedizas. Es un espectáculo inolvidable que hay que disfrutar desde las murallas. Cuando se suman la atracción del sol y de la luna, las mareas vivas, en el momento de los equinoccios, pueden llegar a ser de 15 metros. Entonces el mar se retira hasta 18 kms y después vuelve a cubrir las playas arenosas avanzando a la velocidad de 62 metros por minutos, o sea, 1 metro por segundo, o lo que es lo mismo, a la velocidad de un caballo a galope. Cuando la marea está alta, todo el monte queda rodeado de agua. En luna llena la atracción en las aguas es mayor. Por muchísimos años este fenómeno hizo del Mont Saint Michel una fortaleza impenetrable militarmente y fue usado en la Guerra de los Cien Años, contra los ingleses.
Es un espectáculo increíble de la naturaleza, pero se recomienda prudencia porque también es peligroso para quienes se aventuran en la bahía, por la brusca subida de las olas y fundamentalmente por las arenas movedizas.
Para ir, la mejor opción es un tour en español, si no habla inglés o francés, contratado desde la oficina de turismo en París. No se arrepentirá.

Autor: Adalgisa Maduro 
CNP 3352

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